Para hablar de la relación que hay entre el té y Perú hay que remontarse a los años 30, cuando empezaron a haber grandes extensiones de plantaciones de té privadas, sobre todo en la región de Cuzco. Fue en 1969, con la reforma agraria de la dictadura militar, cuanto las tierras pasaron a manos de los trabajadores. Ellos crearon corporativas que funcionaron bien durante algunos años, pero más tarde las plantaciones de té fueron desapareciendo y perdiendo calidad y valor. ¿Los motivos? La mala gestión administrativa, el terrorismo de sendero luminoso, la aparición del té argentino con menos costos, las plantaciones de café mejor pagadas, el consumo peruano del café muy por encima del té, etc.

Mi experiencia visitando una fábrica de té

Durante mi estancia en Perú pude visitar una fábrica de té. Cuando llegué estaban marchitando las hojas (primer proceso de secado) y pude ver que muchas tenían hasta la quinta hoja (lo adecuado son un máximo de tres) con grandes tallos que se acaban mezclando con el té (deberían tener la mínima expresión de tallos).

Este tipo de té, de baja calidad, es el que se utiliza triturado para las bolsitas. Las hojas tenían un aspecto algo diferente. Alguien de fuera de la fábrica me contó que es debido a que utilizan plantas muy viejas, de 50 a 100 años (mientras que deberían renovarse como máximo a los 40 años). Esto también influye en el detrimento del té.

La maquinaria, en general, estaba algo obsoleta. Es una pena porque la zona en cuanto a temperatura, humedad y altura es excelente para producir un buen té, pero les pagan tan mal, a 3 soles el kilo (menos de un euro), que es muy difícil volver al té de antes. Aunque este no es el caso sé que hay algunas pequeñas empresas familiares que están intentando conseguir un té de calidad.

Esta empresa produce té negro broken (triturado) en forma de fanning para bolsita como la mayoría del resto de empresas, pero en alguna procesan té verde e incluso té blanco.